Estuve pensando mucho (en serio), y llegué a la conclusión de que mis últimas relaciones tuvieron dos denominadores comunes: el hecho de estar caminando en un campo minado y mis errores. Para explicarme mejor, tendría que invertir el orden de los factores: cometer errores me hizo sentir que caminaba por un campo repleto de bombas latentes.
Errores, equivocaciones, deslices: todos los humanos los tenemos, son parte de nuestras vidas y del proceso de maduración o aprendizaje. El (pequeño) problema es que muchas personas no conciben que su "pareja" los tenga, entonces explotan como una bomba cuando descubren esos defectos. ¿Se pensaron que iban a salir con la Mona Lisa, my friends?
Yo tenía miedo, porque no sabía cómo actuar frente a ellos: el más mínimo movimiento en falso podía hacer volar todo por los aires. De hecho, eso fue lo que ocurrió: cometí algún error y ellos se enojaron, muchas veces en demasía o sobremanera, y se fueron volando a otros pagos. Para serles sincera, después de analizar lo ocurrido, concluyo que no me arrepiento de mis errores, porque gracias a ellos me di cuenta de que estaba saliendo con nenas de doce años. Cosas que (me) pasan.
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